jueves, 30 de septiembre de 2010

La cuestión es que no se apague


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Dice Galeano que el mundo es un mar de fueguitos. Y debe ser así nomás. Porque lo que nos moviliza en cada paso de nuestra vida es esa llama interior que alumbra, quema, cobija, alimenta, prepara, transforma. Y cuando se apaga, se apagó la vida.

Pero entre ambos extremos, la llama vívida y la ausencia total de fuego, hay muchos momentos intermedios que justamente son los que más abundan en nuestra existencia. Instantes desconcertantes en los que el calor y la luz son diminutos, débiles, altamente vulnerables. Son esos trayectos de nuestra vida en los que cualquier brisa leve nos puede apagar. Y entramos en una gran disyuntiva de la que es muy difícil salir, trascender: nos ocupamos de resguardar eternamente esa llamita, sin movernos, sin respirar hondo ni fuerte, sin que nadie se acerque… o decididamente gastamos todo el poco o mucho tiempo que quede de fueguito, y así nos apagaremos con la supuesta certeza de haber aprovechado hasta el último segundo (aunque el riesgo sea, paradójicamente, quemarse)…

Por suerte, hay una alternativa intermedia que no debemos desechar… es más, deberíamos considerarla como primer opción, dejando de lado orgullos y egoísmos, resignando algo por un bien mayor. Se trata de confiar en que otro nos cuide la llamita, en que alguien la sostenga mientras nosotros buscamos la urgente manera de reavivar el fuego, de volver a brillar con esa luz y ese calor que hasta no hace mucho presumíamos. Obviamente que no puede ser cualquier otro… debe ser alguien cuya valentía llegue al extremo de cuidarla como si fuera propia. O más… ¿No existe? Nos sorprenderíamos de la cantidad de personas cercanas y no tanto que están dispuestos a dar la vida por nosotros.

Porque seguramente, no hace mucho, cuando el fuego de nuestra vida estaba en su esplendor, casi sin saberlo, naturalmente, ayudamos a alguien a sostener su pequeño y frágil pabilo mientras recuperaba su esencia brillante.

De eso se trata. De que aquel mar de fueguitos no se acabe. Y de que alternemos nuestra misión entre: custodiar las llamitas de los otros, delegar el cuidado de las nuestras para recuperar su fuerza original, y fundamentalmente, arder, brillar, encender, iluminar la innumerable cantidad de oscuridades que hay a nuestro alrededor.

martes, 28 de septiembre de 2010

Nuestros propios enemigos


Así como tenemos la capacidad de encontrar la salida cuando en apariencia no existe, así como mutamos nuestra humanidad toda ante las adversidades más extremas, así como seguimos de pie a pesar de las incertidumbres más espesas, así como no nos amilanamos aunque se nos presenten barreras infranqueables a primera vista, así como hacemos de la valentía nuestra actitud de base, así como sin más armaduras que la propia decisión nos lanzamos a experiencias peligrosas, inéditas e inexploradas, así como permanecemos estoicamente inmutables ante los vientos más huracanados, las tempestades más intensas, las inclemencias más avasallantes, así como estamos fortalecidos en el andar diario, así como…

…de la misma forma, casi sin querer, de repente, sin aviso, se presenta frente a nuestros ojos lo que parece ser la bestia más temible. Y la combatimos. La peleamos. Con aquella fuerza casi inexplicable. Con decisión y valentía extrema. Con el coraje de saber que puede ser nuestra última batalla. O que podemos salir muy heridos. Pero sin embargo vamos al frente. Gastamos todas nuestras energías. Y todo lo demás. Y nos entregamos contemplando sólo una meta: la victoria. Y el enfrentamiento dura mucho tiempo, tanto que ya perdimos la cuenta…

...Pero en un claro de la guerra, en un tiempo descanso, en el breve remanso de la batalla, ahí es cuando nos damos cuenta que aquel monstruo contra el que estamos dejando nuestra existencia, aquella bestia con poderes nunca antes conocidos… sólo es una invención nuestra, que no existe, que es sólo un pedazo de roca inmóvil e indefenso…

…Así como logramos salir de las peores oscuridades, de la misma forma muchas veces nosotros mismos nos creamos nuestros propios enemigos… y en la pelea inútil, estéril, se nos va la vida…

domingo, 26 de septiembre de 2010

Como un hilo de gota después de la lluvia


Aquellos signos que están indisolublemente ligados a la vida, al nacer, a la existencia, son fácilmente identificables: se abren paso a pesar de aquellas barreras que pretenden todo lo contrario y que son una amenaza permanente. Estos signos tienen la claridad de lo transparente y la pureza de lo limpio. Son simples. Son pequeños. Aparecen sin grandes estruendos justamente para diferenciarse desde un primer momento de aquello que lo precedió: la tormenta. Por más oscura que haya sido, y por más negra que sea la barrera que se interpone en su acción vivificante, siempre, inevitablemente, con fuerza, con decidida persistencia, traspasa lo que lo quiere frenar, retener, apropiar… y con un bello hilo traslúcido continúa su marcha hacia su meta: aportar su pequeñez para cumplir su única y trascendente misión de dar vida.

Cada uno de nosotros, por más diminutos que seamos (o que nos creamos), y por el solo y bello hecho de existir, estamos convocados a superar las tormentas que se presenten para luego seguir dando vida. A cada instante. Sin medir. Sin escatimar fuerzas. Pendientes sólo de la misión. Como un hilo de gota después de la lluvia.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Si hoy fuera ese día…


Nada hacía presagiar el final. Era el final de un día como el anterior que predisponía para vivir el siguiente de igual manera. La fosforescente belleza atraía a todo aquel que dirigiera su mirada hacia ella. El color naranja rompía con la monotonía del lugar. Estaba allí, luego de haber llegado sigilosa, desapercibida. Ahora era el centro de la escena, de las admiraciones, de las sorpresas. Nada había aparecido jamás. Ni era similar a nada conocido. ¿Lenguas de fuego? ¿Un volador y aplanado objeto? ¿Inmóvil o lentamente en viaje? ¿Era la estela de lo que había fugazmente pasado? ¿O era sólo la cabeza de algo más grande? ¿Simplemente una nube bañada por el sol que ya se escondía? Nadie se lo preguntó. Todos contemplaban. El momento era calmo, casi como en pausa, entre paréntesis. Los testigos esperaban a que terminara el improvisado espectáculo para continuar con su rutina, para cebar el siguiente mate, para volver a casa, para encender el auto, para seguir trotando, para apretar “send” en el celular, para entrar al almacén, para continuar trabajando, para sacar al perro, para sacar la basura, para buscar a los hijos al club, para…

Sin embargo, de repente… Esta fue la última imagen que se vio… Luego, un fuego enceguecedor. Por fin, la nada.

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Claro que es una historia fantástica. Claro que es irreal. Pero pensemos por un instante: Si hoy se terminara el mundo, si hoy todo volviera a su seno, al origen, al génesis, al inicio, a la nada primera… ¿habremos hecho realmente aquello que justificó hasta el último segundo de nuestra existencia? ¿habremos honrado la vida? ¿la habremos disfrutado? ¿estaríamos satisfechos? ¿habrían quedado deudas pendientes?… Sin ser trágicos ni extremistas, es bueno pensarlo desde el lugar de uno y desde la perspectiva como pueblo… De nosotros depende el valor que le demos a la vida.

martes, 21 de septiembre de 2010

¿Y la escuela para qué sirve?


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“¿Y esto para qué sirve?”, suele ser la clásica y eterna pregunta de los estudiantes. Y no sólo interrogan por la utilidad inmediata o a largo plazo de los contenidos que se enseñan, sino fundamentalmente cuestionan la enseñanza en sí, la educación, la escuela.

Desde mi experiencia me animo a decir que sirve para: descubrir, inventar, aprender a enojarse, educar la paciencia, cuestionar, crear mundos propios, vivir en mundos ajenos, respetar, tolerar, no claudicar, darle sentido a la palabra “compañero”, encontrar hermanos de camino, hallar los mejores amigos, valorar la amistad, darle sentido al tiempo, disponer tiempo para encontrar sentidos, aprender a vivir con otros, experimentar el sufrimiento, las frustraciones, las injusticias, las carencias, las soledades, las saturaciones… todas propias y ajenas, deslumbrarse, deslumbrar, hacerse cargo, pedir ayuda, ayudar, organizar, liderar, obedecer, responsabilizarse, administrar, aprender a leer, leer para aprender, saber sumar, conocer la resta, vivenciar la división, tener el honor de estar en la multiplicación, internalizar el sacrificio, no perder la capacidad de desear, ser utópico, idealista y encima con toda una vida para buscar esos sueños, avanzar, retroceder, acelerar, frenar, zigzaguear, ir en línea recta, dar vueltas, estar inmóvil, tener memoria, amar, sentirse plenamente vivo…

“¿Y esto para qué sirve?”. A la vuelta de la historia el balance es más que positivo: me permitió ser lo que soy y me brindó la oportunidad de volcarlo, hoy y aquí, en palabras…

La necesaria terquedad de la Naturaleza


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Hay procesos que son inevitables. Hay momentos que por más que nos empecinemos en que no lleguen, igualmente se hacen presentes. Y muchos de ellos tienen que ver con la naturaleza, con lo que nos rodea, con lo que nos mantiene y nos recuerda la vitalidad.

Hemos perdido mucho, pero aún queda mucho más por derrochar. A pesar de la incesante y cada vez más cruenta batalla que le estamos librando a nuestra Casa, aún persisten aquellos ciclos mínimos que permiten marcar tiempos, generar cambios, evidenciar inicios y fines.

Asistimos a partos y defunciones naturales, necesarias, imprescindibles, novedosas, idénticas, originales. Aquellas que tienen el día señalado, el 21, y la misión asignada: “en el otoño se caen las hojas / en el invierno hace frío / en la primavera nacen las flores / en el verano hace calor”.

La naturaleza sigue su curso. Y de ella aprendemos al menos dos cosas: una, la paciencia de la espera esperanzada confiando sin dudar en que el cambio anunciado llegará; y dos, que debe haber renuncias para que algo nazca.

Hoy nos toca asistir a una de esas evidencias de su terquedad: el blanco y purificador frío le cede el protagonismo al rojizo rebrote de una rosa. Somos testigos y estamos llamados a imitar.

domingo, 19 de septiembre de 2010

¿Cadenas que atan?


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¿Para qué darle más vueltas a las cosas cuando en realidad son simples y transparentes? ¿Para qué complicarnos con cuestiones que naturalmente son sencillas? ¿Para que nos creamos un mundo enorme y lleno de obstáculos cuando en verdad es pequeño y tranquilamente transitable? ¿Por qué sentimos que si hay algo que corre libremente sin trabas, es el preámbulo de algo muy entreverado que va a suceder?…

…¿Para qué seguimos renegando con aquellos candados que atan nuestra vida? ¿Por qué seguimos buscando llaves especiales, tenazas potentes y ganzúas resistentes? ¿Por qué seguimos luchando contra aquello que en realidad no opone demasiada resistencia? ¿Será que no nos atrevemos a cruzar y ver qué hay detrás de las puertas cerradas? ¿Es que no vemos que con una simple maniobra logramos destrabarlas y liberar las cadenas, y así abrir la tranquera que nos frena?

viernes, 17 de septiembre de 2010

Cuando lo olvidemos, nos sentemos en el pasto de una plaza…


 

Lo esencial. Lo verdaderamente importante. La paciencia. La entrega. La serenidad. La mansedumbre. La ayuda que se pide. La ayuda que se da. Ambas sin pedir nada a cambio. La compañía. El entenderse y entenderla. Los respetos por los tiempos, por los ciclos, por las demoras. Los pasos que se dan honrando el anterior y preparando el terreno del que ya viene. Pero todo a su tiempo. En el instante que debe ser. Ni antes ni después. Ni acelerado ni demorado. En el lapso justo para respetar a quien origina esos pasos. El centrarse en un único objetivo por vez. Siempre con la meta de llegar. Siempre con la meta de disfrutar el camino. Siempre con la meta dar cada paso como si fuera el último. Y con la pasión de como si fuera el primero. No decir nada. Porque no hay nada para decir. Porque se dice todo con el caminar. Y con la mirada. Y con los ojos. Y con las arrugas de los ojos. Y cuando se dice algo, asegurarse que sea real y vitalmente necesario. Admirar y sorprenderse. Por el camino. El que viene y el que ya fue. Y por las experiencias. Las que ya fueron y las que pueden venir. El pelo blanco como muestra de la pureza, de la trascendencia, de la sabiduría que no necesita tinturas. Porque quiere mostrarse sabia. Cotidianamente sabia. Sabiamente cotidiana. Y el camino. El sendero que se transita una y mil veces. Siempre igual, siempre nuevo. Nunca monótono. Nunca cuestionado. Nunca esquivado. Siempre transitorios. Porque llevan a nuevos caminos. Hasta llegar al que se cree el último, que vuelve a bifurcarse. Y se tiene que volver a elegir uno. Y a transitar. Y a disfrutar. Y a honrar. Y descubrir…

 

…así es la vida cuando la vorágine de la existencia se acaba y le da paso (porque le permitimos o porque el cuerpo ya maduro nos dice “hasta acá”) a la contemplación y a la saludable lentitud del caminar… inclusive puede ocurrir que tengamos que agarrar del brazo a un par, para poder seguir… pero igualmente siempre en esta etapa lo importante es recorrer pausada y pacientemente las sendas que se nos presenten…

 

Pregunto: ¿Hace falta llegar a la cúspide de la vida para desde allí darnos cuenta que lo verdaderamente esencial era sólo un pequeño puñado de experiencias, y que lo demás es desechable?

Cada vez que lo olvidemos, nos sentemos en el pasto de una plaza: seguramente por allí pasarán dos ancianas que nos lo recordarán…

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Preparados… listos… ¡ya!


La vida se presenta borrosa, la visión en el camino más se nubla, todo se vuelve insulso, sin sentido, monótono, gris, todo alrededor parece lo mismo, sin matices ni condimentos especiales. Uno mira sin ver, uno camina sin admirar, uno transita sin reparar ni siquiera en las obviedades. El futuro es aquello que no sólo es incierto sino que, peor aún, no existe, no se piensa, no se proyecta, no se sueña. El tiempo se paraliza paradójicamente, porque la vida igualmente sigue… e inclusive a un ritmo aún más veloz (“¿cómo, ya pasó?”). Hay menos certezas que las pocas que tenemos habitualmente. O directamente no hay. Ojalá el panorama fuera negro, porque así habríamos llegado al fondo, al límite, y desde allí podríamos retomar. Pero es gris, insípidamente gris, patológicamente gris.

Pero, a pesar de semejante paisaje interno, ocurre que levantando la mirada, colocándola en su ángulo normal (porque estaba apuntando hacia el suelo, detenida en cómo los pies lentamente se resistían a levantarse, se arrastraban), podemos encontrar aquellas señales que nos dan una pista, que nos motivan, que nos cambian la perspectiva, que se destacan por sobre el resto… y que además nos dicen algo aunque no queramos y sin demasiadas vueltas.

Marcan un antes y un después y generan decisiones que, como mínimo, nos ponen certeramente en movimiento: “Largada. Por una vida más sana”, aparece frente a nuestros ojos claramente y en color. Sólo se trata de confiar…

Listos… preparados… ¡ya!

lunes, 13 de septiembre de 2010

Un nuevo amanecer


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Se está pariendo un nuevo amanecer. Un nuevo inicio. Nace con la fuerza de la luz que todo lo traspasa, que insiste hasta hacerse presente. Asoma por entre aquellas líneas oscuras que quieren impedir su destino, en vano. Ilumina, aclara, pone en evidencia. Pero lo más importante es su poder de renovación, de transformación, de cambio. Actúa revolucionariamente (una palabra que deberíamos resignificar quitando connotaciones parcializantes). Está para alterar el oscuro orden establecido de las cosas. Inclusive en la mitad de su parto ya se nota su esencia cálidamente avasallante. Tiene la bondad de una caricia y la decisión de un astro. No pide permiso, es cierto, pero si lo hiciera quizás alguien pondría más objeciones a las que naturalmente tiene (“¿alguien en este mundo impediría que el sol salga todos los días?”… “¡Si pudiera, sí!”). Borra las penumbras y es muy difícil no ser tocado por sus haces….

Es un nuevo amanecer que quiere hacer nuevas todas las cosas… es una nueva oportunidad… es el mismo inicio del día que ayer, sí, pero a la vez es distinto… simplemente gracias a la sabiduría de la naturaleza que marca el ritmo de nuestras vidas.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Educar hoy es…


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Educar hoy es…

…transitar sin demasiadas recetas, porque las que hay están desactualizadas o fuera de contexto.

…caminar por senderos bellos pero desconocidos.

…construir desde la falta de modelos.

…alentar la superación y fortalecer las debilidades.

…aprender a desaprender.

…no quedarse en la melancolía de que “todo tiempo pasado fue mejor”.

…saber que enfrente tenemos personas, seres humanos iguales a nosotros, y no cosas o legajos.

…no ignorar que muchas veces somos la última o la única referencia de “lo adulto”.

…entrar a un mismo aula cada día, sabiendo que es distinta cada día.

…asumir nuestras carencias como formadores para admitirlas, salvarlas y fortalecerlas.

…reconocer que hay “formadores” más atractivos, más veloces y menos molestos que nosotros.

…reconocer, igualmente, que esos “formadores” muchas veces deforman.

…pisar tierra extranjera, y pedir permiso para hacerlo.

…ser muchas veces los Quijotes del siglo XXI.

…moldear personas muchas veces sin ganas que los moldeen.

…transmitir el sentido de la vida más que traspasar conocimientos.

…ser conscientes que la familia es otra, diferente a la de ayer y más aún a la de mañana.

…fortalecer la paciencia, la entrega, la escucha y la templanza.

…contemplar la posibilidad de reformar “lo que siempre se hizo así”.

…pelear contra el hambre, las carencias afectivas, la violencia social y la eterna adolescencia.

…mirar al alumno como consecuencia –y no como causa- de los grandes males del aula, de la escuela, de la sociedad.

…nunca olvidar que son niños, adolescentes o jóvenes, y que por ello están en etapas de transición.

…sentir ese ardor diario cuando se inicia la clase esperando nuevos desafíos, como el experimentado actor que sale a escena.

…emocionarse con esos instantes de plenitud: “¡Gracias Seño!”.

…derrumbar las experiencias negativas rescatando las alentadoras, sin centrarse en la cantidad sino en la calidad.

…recibir a la vuelta de la vida un “…y al final me sirvió mucho lo que me enseñó”.

 

Educar hoy es en definitiva iluminar muchas de las oscuridades que están a nuestro alrededor (nuestras y de los otros), manteniendo esperanzas encendidas en los corazones, en las utopías y en el futuro de aquellos que son la razón de ser de un educador, los alumnos.

Si logramos que al menos uno de todos ellos brille con luz propia, nuestra tarea estará justificada.

¡Feliz día del maestro!

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cumpleaños de mi ciudad: Momento II “En detalle”


Mi ciudad, mi lugar en el mundo, cumple un año más.

Ya dijimos que es un buen momento para hacer una introspección sincera, humilde, real, despojada y desinteresada. Y que para ello lo primero era revelar nuestro hoy en una imagen del ocaso, lo más panorámica y anónima posible. Mirar desde lejos.

¿Lo segundo?… Lo segundo es el complemento necesario de aquello, pero implica mucho más esfuerzo, mucho más compromiso y muchas más fraternidad. Se trata de acercarse al detalle, de ver las imperfecciones, de apuntar el ojo a lo que generalmente no se ve, lo que se mantiene oculto y desconocido si nos quedamos sólo con esa mirada panorámica y general (necesaria por cierto, pero nunca completa).

Y cuando uno y todos nos detenemos a observar lo que nos hace únicos, irrepetibles y propios en este rincón en el planeta, allí es cuando los fuegos artificiales, los estruendos, los silencios cómplices, el disimulado desinterés por el otro, la excusa de “se hace lo que se puede”, la ausencia de proyectos en común, las ineficiencias, los encierros (en un cargo o en nuestras casas), las vendas en los ojos, en la boca y en los oídos (para que “aquello” no me toque, no me llegue), las manos atadas… por uno mismo, las ansias (desmedidas pero camufladas) de poder eterno, la pasividad o la vorágine, el “no te metás” o el “metele, no seas gil”, los reclamos enmudecidos y comprados, la vacía apariencia, la bonita cáscara sin contenido, los enquistamientos, los extremos (todo o nada) cada vez más marcados y cada vez más afianzados, la ley que vale para los otros pero nunca para uno, los derechos que son de uno pero nunca para los otros… todo esto y más se pone en evidencia.

Sólo es cuestión de pararse en frente y notar que a las letras de nuestro nombre le faltan algunas, y que aún hay grises que todo lo bañan. Estamos incompletos, hay ausencias y nuestra realidad necesita de reparaciones.

- Pero si sólo son dos letras…

- Justamente. Y aunque fuera una sola, eso no debería dejar de llamarnos la atención. Si tomamos como natural una ausencia es que a alguien hemos excluido. Y la razón de ser de una ciudad (lo “en común”) comienza a desaparecer.

La única manera de completarnos es viéndonos en detalle…

¡Feliz aniversario Río Tercero!

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Premios Bitácoras.com 2010: Cómo votarnos


FOTO + GRAFÍA está participando de los Premios Bitacoras.com.

Categoría: Mejor Blog Personal

 

¡Desde ya muchas gracias a todos por su voto!

 

Dicen las bases del certamen:

Los Premios Bitacoras.com 2010 tienen por objeto fomentar el fenómeno blog mediante la significación pública y reconocimiento de aquellos que sean elegidos como los mejores por los usuarios del sitio web Bitacoras.com.

El desarrollo de los Premios Bitacoras.com 2010 se producirá entre el 7 de septiembre de 2010, fecha de la convocatoria oficial, al 30 de octubre de 2010, fecha del fallo público y entrega de premios a los ganadores, constando de varias fases.

Participan: Cualquier blog, bitácora o diario personal en Internet escrito en lengua española.

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¿Qué necesito para poder votar?

  • Para poder votar en los Premios Bitacoras.com 2010 es necesario que seas un votante autorizado; para ello debes estar registrado en Bitacoras.com: Basta con que te valides en el sistema para poder votar. La autorización se cursará automáticamente y los votos quedarán asociados a tu cuenta. También te ofrecemos la oportunidad de loguearte a través e tu cuenta Facebook o Twitter.
  • Con el fin de asegurar la máxima seguridad y transparencia del certamen, nuestro sistema detecta usuarios fraudulentos creados con el único fin de alterar el proceso normal de las votaciones, baneándolos e impidiendo su participación.

 

¿Por qué no puedo votar si acabo de registrarme?

A los usuarios registrados a partir del 7 de septiembre se le requiere cierta actividad en la red social (votos, comentarios, recomendaciones...) para así demostrar que no es un usuario registrado únicamente para alterar los resultados del certamen?.

 

Para votar:

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Más información:

Cumpleaños de mi ciudad: Momento I “Panorámica”


Mi ciudad, mi lugar en el mundo, está por cumplir un año más.
Se trata de un momento único. Como los anteriores festejos.
Si bien se repiten año tras año, cada uno es inédito.
Aprovechan todo el camino recorrido y sientan las bases para el próximo.
Y son una excelente ocasión para revisar lo que hay y lo que nos falta…

…Para ello, para que sea una introspección sincera, humilde, real, despojada y desinteresada, son necesarios dos momentos:
El primero, desde lejos. A la mayor distancia posible pararse y contemplar panorámicamente el final del día, el balance que queda, las sombras que están presentes de proyectos por venir y las siluetas que se esbozan como muestra de lo ya hecho.
Si queremos observar(nos) crudamente, el instante ideal es cuando el sol se va escondiendo, porque allí es cuando la serenidad del día, la quietud de la noche que ya llega y la incipiente oscuridad nos hace a todos iguales, borra las diferencias y nos pone en igualdad de condiciones para decir lo que hay que decir (y para callar lo que hay que callar… y para admitir lo que hay que admitir… y para perdonar lo que hay que perdonar… y para soñar lo que hay que soñar…).
Y ese observar(nos) debe ser de punta a punta, para que nada ni nadie queden afuera… y así podremos entender muchas cosas del otro que desconocemos, que nos molestan, que tememos, que odiamos, que ignoramos, que menospreciamos…

Lo primero, entonces, revelar nuestro hoy en una imagen del ocaso, lo más panorámica y anónima posible.
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¿Lo segundo?… Lo segundo lo dejamos para mañana…

martes, 7 de septiembre de 2010

2 meses y 2.500 excusas


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Porque llevamos más de 2.500 visitas. Porque hoy cumplimos dos meses. Esas son las excusas para cambiarle la cara al blog.

Nuevo fondo de madera curtida pero firme; sencilla pero fuerte; despareja pero bonita. Nuevo espacio negro para las fotos y las grafías (para que se luzcan un poquito más) y nuevo logo y encabezado de la página.

Pero lo importante es que la esencia, “la imagen que vale más que mil palabras” o “la palabra que vale más que mil imágenes”, sigue intacta… e inclusive fortalecida por el comentario de cada uno de ustedes, por el apoyo (más allá de los obvios: familias, amigos, etc.) y por las críticas o los silencios que marcan sus elecciones.

¡Muchas gracias a todos por construirme el compromiso de aportar algo interesante, novedoso, útil o simplemente bello a partir de FOTO + GRAFÍA!

lunes, 6 de septiembre de 2010

Ambas sin cabeza


Hemos decapitado nuestra naturaleza.

Le hemos sacado lo que la hace única, especial, inigualable, originalmente imperfecta.

Hemos cercenado de manera muy prolija la parte de nuestra existencia que nos permite pensar, donde se origina la capacidad de reflexionar.

Hemos cortado esa porción superior de humanidad que tiene la mayoría de los sentidos, y que por lo tanto nos conecta con el mundo, con lo que pasa a nuestro alrededor.

Hemos arrancado de cuajo lo que demuestra nuestras alegrías y desaciertos, lo que pone en evidencia el amor y el odio, lo que contiene la serenidad y la desesperación, lo que refleja el estado del alma y el del cuerpo.

Hemos amputado una parte vital.

Hemos podado un extremo que dirige al resto del cuerpo.

Hemos talado parcialmente su presente a riesgo de derrumbar totalmente nuestro futuro.

 

En fin, le hemos cortado la cabeza.

A la naturaleza.

A ambas.

A la de ser humano. A la nuestra.

Y  a la de la Tierra. A la nuestra.

 

…Sin embargo, a pesar del extremo daño que les hemos infringido, no opusieron resistencia. Mantienen intacta la esperanza de que su martirio sirva para salvar lo que aún queda de las dos…

viernes, 3 de septiembre de 2010

¿Otoño en retirada?


¿Entrando o en retirada?

¿Por allí seguirá nuestra vida o es la cola de lo que ya fue?

¿El espacio en claro se cubrirá de líneas entrecruzadas o se despejará del todo?

¿Cuál es la fortaleza de esas ramas? ¿Y la debilidad?

¿Mejor nublado?

¿El otoño se retira, o ingresa con más sombras (y más fuerza)?

…sea como fuere, dentro de todo lo gris, en medio de los cuestionamientos y de los desconciertos, tenemos una certeza: sea mucho o poco, la vida siempre nos deja un margen para proyectar, para cambiar, para soñar, para descansar, para respirar… Y aunque a veces el agobio sea muy grande y las inseguridades mayores, debemos reconocer esos espacios de claridad y allí, firmes, esperar lo que tenga que venir…

…Está claro que el despojo de las ramas desnudas del otoño deben dar paso a la primaveral vida floreciente, pero es igual de claro que ésta no es posible sin aquel. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por dónde?… Nadie sabe, y aunque haya una fecha exacta en el almanaque, sólo el destino se encargará de confirmarlo o de, caprichosamente, modificarlo. Lo que sí puede hacer cada uno sólo es, respetuosa y humildemente, honrar el instante que le toca vivir…

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Pequeña liberación


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Una mañana como cualquier otra, yo lo ví. Yo fui testigo de su liberación. El cielo se complotó para que pudiera escapar… ¿de quién?… sólo él lo sabía, pero no era necesario averiguarlo porque su sola huída ya era signo del atroz encierro que dejaba atrás…
Nadie más lo observó. Nadie elevó su mirada envidiando aquel vuelo seguro, sereno y firme. Nadie dispuso sus ojos en aquel diminuto punto en el cielo. Todos veían, nadie prestó atención.
Todos vieron las densas y oscuras nubes. Todos vieron cómo se abrían ante la impotencia de los rayos de luz. Todos vieron las sombras que la oscuridad en retirada iba dejando… pero nadie, excepto yo, tuvo el privilegio de asistir al fin de la agonía, del claustro, del agobio…
Se fue por el espacio que dejaba el cielo que se abría al amanecer. Luego se terminó de despejar y el día siguió igual que todos los días. Nadie más tuvo motivos para mirar a lo alto. Nadie salvo yo, que esperaba ser testigo de otro fugaz momento de liberación.
Generalmente nos centramos en lo inmenso, cuando en realidad tenemos enfrente la magia, simple y bella, de los sencillo, de lo silencioso, de lo pequeño.
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