Cada instante de la vida tiene su propio color. Cuando se mezclan hacen que los momentos se pinten con magia, belleza, sencillez y desafíos. Y nunca se pintan iguales, y ahí está lo espontáneo de las existencia humana... Sólo hay que dejarse sorprender.
sábado, 24 de noviembre de 2012
domingo, 21 de octubre de 2012
Esos 9 meses…
La madre sabe que es madre, la diminuta vida también, pero aún resta mucho tiempo para que dejen de ser un único ser. La simbiosis es necesaria, imprescindible, mágica. Cada una no hace más que dejarse llevar; una por ansiedad, la otra por necesidad.
Sí, porque durante 9 meses la inercia del milagro sólo requiere mínimos cuidados y el mismo lugar, pero por el resto todo depende del tiempo. Cada cosa en su momento, y siempre lo mismo, siempre en cada vientre el mismo regalo de vida, siempre igual, pero siempre único, siempre distinto, siempre exclusivo.
Cuando se gesta la existencia, no puede ni quiere pasar desapercibida. Se muestra sin mostrarse, se evidencia sin aparecer, se resume en una parte del cuerpo de esa ya futura mamá que va creciendo.
Desde lo ínfimo hasta lo inmenso, desde lo indescifrable hasta el reflejo de los genes, desde imperceptible hasta extremadamente doloroso. Pero siempre, desde que decide aparecer, hasta que está por nacer, la vida es así: silenciosamente humilde e indescriptiblemente milagrosa.
Hay un quiebre, un final que da inicio. De la mansa y acogedora oscuridad se pasa a la luz, que en un primer instante abruma y moviliza hasta las lágrimas, pero luego todo vuelve a aquietarse cuando ese hogar que cobijó la vida, ahora desde afuera la abraza. Es el mismo lugar, pero de nuevo la naturaleza es sabia y comienza a desprender esas dos almas que, hasta el instante anterior, fueron una sola.
Basta mirar a nuestro alrededor, al cielo, o a nuestra madre, para volver a confirmar la fuerza arrolladora de la vida, que en silencio y con paciencia, nunca deja de crecer. Y todo gracias al sí de esa mujer que siempre nos cobija en su hogar, similar a aquel que habitamos durante 9 meses.
¡Feliz Día de la Madre!
sábado, 22 de septiembre de 2012
Primavera… o la terquedad de la Naturaleza
Hay procesos que son inevitables. Hay momentos que por más que nos empecinemos en que no lleguen, igualmente se hacen presentes. Y muchos de ellos tienen que ver con la naturaleza, con lo que nos rodea, con lo que nos mantiene y nos recuerda la vitalidad.
Hemos perdido mucho, pero aún queda mucho más por derrochar. A pesar de la incesante y cada vez más cruenta batalla que le estamos librando a nuestra Casa, aún persisten aquellos ciclos mínimos que permiten marcar tiempos, generar cambios, evidenciar inicios y fines.
Asistimos a partos y defunciones naturales, necesarias, imprescindibles, novedosas, idénticas, originales. Aquellas que tienen el día señalado, el 21, y la misión asignada: “en el otoño se caen las hojas / en el invierno hace frío / en la primavera nacen las flores / en el verano hace calor”.
La naturaleza sigue su curso. Y de ella aprendemos al menos dos cosas: una, la paciencia de la espera esperanzada confiando sin dudar en que el cambio anunciado llegará; y dos, que debe haber renuncias para que algo nazca.
Hoy nos toca asistir a una de esas evidencias de su terquedad: el blanco y purificador frío le cede el protagonismo al rojizo rebrote de una rosa. Somos testigos y estamos llamados a imitar.
lunes, 10 de septiembre de 2012
Ventana hacia el milagro
La naturaleza es impúdicamente sabia y a su debido momento se desnuda…
La naturaleza es extremadamente desafiante, y el sol arde hasta ese punto justo, a veces soportable, a veces no…
La naturaleza es desconcertantemente sabia cuando abriga y congela su esencia para protegerla…
La naturaleza es renovadoramente bella, y se cubre de verdes, ocres, violetas y naranjas…
…siempre hay una ventana hacia la Naturaleza que nos permite descubrir su insistente milagro.
domingo, 6 de mayo de 2012
Luna de esperas…
Tiembla la rama, donde las quimeras
de los sueños mustios, cobran valor
y despegan...
Es la hora en que las certezas se diluyen
y el alma se llena, de absurdas preguntas.
Amor... cuando llegues...
¿Tendré la perspicacia para verte?
¿Sabré escuchar tu voz, y sus sentires sin espantarme?
Mientras la noche arroja sus dado
y le guiña un ojo a la suerte
creo que algún día, llegaré a tenerte.
Y que es inútil la espera,
no importa cuánto me afane,
cuanto te añore, y al destino te reclame.
Simplemente con la luna delineando tu sombra
llegarás cuando tu quieras...
¿Resistiré tu invasión a mis antiguas paradojas a mis costumbres,
a mis estables movimientos eternos?
La luna me sonríe, tras la rama del árbol que tiembla...
Y sigo aquí, adherida a la inútil
Pero necesaria espera.
Sé que vendrás,
pero me falta la certeza
si he de verte llegar,
en luna nueva, en luna llena.
Si te traerá la noche…. la luz del día.
O simplemente llegarás
desde la esquina de mis quimeras.
Tiembla la rama, hay murmullos, silencios y tristezas
¿Dónde estará el amor?
¿Donde tu sonrisa tranquila
tu abrazo seguro,
tu mano apretando la mía
bajo las estrellas?
La noche silenciosa y perfumada
con la cara de la luna irónicamente se ríe de mi espera...
Cristina Validakis
martes, 1 de mayo de 2012
Honrar el Trabajo
Arriesgarse. Mirar lo que viene. Revisar lo recorrido. Elevarse. Sentir la libertad en la cara. Sentir al seguridad en la piel. Contemplar la inmensidad de la creación. Descubrirse pequeño. Aferrarse. Dejarse llevar. Conducirse. Asentarse en la incertidumbre. Confiar. Extender las limitaciones. Sobrepasar límites. Crear y recrear. Armar y desarmar. Vibrar. Asegurarse. Presagiar. No descartar los instintos ni las evidencias. Conocer. Conocerse. Agrandarse en la pequeñez. Saberse único, igual que el resto. Disfrutar. Sonreír. Tener miedo. Gritar el silencio. Callar el ruido. Concentrarse. Distraerse. Aplaudir lo hecho. Soñar con lo que vendrá. Descartar lo que no pudo ser. Crecer. Vivir el instante. Vivir el proceso. Vivir el resultado. Vivir. Dejar cuando el cuerpo ordene. Retomar cuando el cuerpo ordene. No seguir órdenes vanas. No seguir la vanidad. No alimentarla. Ni la propia ni la ajena. Respetar. No humillarse. No callar. No idolatrar. No caerse. Y si nos caemos, aprovechar ese instante. Dar mucho. Medir lo que damos. Darse. No dar la vida. Dignificar la vida. Vivir digno. Buscar dignidad. Darla. Denunciar su ausencia. Sentirse orgulloso. Humildemente orgulloso. Pisar en firme. No pisar a los otros. No aplastar. Desplegar alas. Valorizar el vuelo. En especial el del otro…
…eso es honrar el Trabajo.
jueves, 5 de abril de 2012
Las promesas, las púas y los paraísos… ¡Felices Pascuas!
Están las promesas… aquellas que cada uno tiene en su más hondo interior, inclusive las que en apariencia están olvidadas, sepultadas, muertas…
Están las púas… esas que debemos cruzar, que no nos dan otra opción, que nos duelen y mucho, que exigen sacrificio y dejan inevitablemente marcas, heridas, huellas, tajos sangrantes…
Están los paraísos… aquellos que son tan bellos como eternos, tan nuestros como del resto, y que nos hacen descansar, reposar, admirar, volver a creer… son atardeceres que traen un remanso al día agitado…
Y está cada uno de nosotros… los que debemos recordar las promesas para recuperar la valentía de traspasar las púas y encontrar, por fin, los paraísos que nos esperan… nos tomará 3 horas, 3 días, 3 meses, 3 años, pero al final cada uno, con la piel rajada y enrojecida, hará realidad su mayor anhelo… lo importante es que nunca lo demos por sepultado…
¡Felices Pascuas!
domingo, 4 de marzo de 2012
El descanso de nuestro vuelo
Todo vuelo requiere un instante de descanso. Para pensar, para retomar fuerzas, para alimentarse, para serenarse, para tocar tierra firme… para lo que fuera, siempre es importante asentarse un momento. Eso no menosprecia nuestra entereza como surcadores del aire, ni aquieta nuestras anhelos de plenitud; todo lo contrario. Refuerza y afianza. Y por sobre todo, ese descenso anónimo y necesario nos permite contemplar el camino recorrido al tiempo que adivinamos el que queremos transitar. Para ser dueños de nuestro propio vuelo, debemos aquietar las alas, aterrizar, pausar la existencia… el cielo nos promete mucho, tanto tormentas como bellos amaneceres, pero ahora es tiempo de respetar el sol que ya se pone y las nubes que mandan al compás del viento. Es tiempo (cada uno sabrá cuánto) de ser una sombre para iluminarse por dentro y así mimetizarse con la tierra… ya vendrá el instante en el que retomaremos el vuelo, fortalecidos y esperanzados en que se cumplirá el plan que llevamos a medio hacer… y sabiendo que seguramente habrá de un nuevo remanso para descansar en caso de necesitarlo.
martes, 14 de febrero de 2012
Juntos a la par
Le he pedido tanto a Dios | que al final oyó mi voz | por la noche a más tardar | yendo juntos a la par.
Cartas de amor en el hall | se secan con el sol | lejos de la gran ciudad | ella es mi felicidad | nada como ir juntos a la par.
Nada como ir juntos a la par | y caminos desandar | el honor no lo perdí | es el héroe que hay en mí | nada como ir juntos a la par.
Sé su nombre, sé su edad | y sus gustos en la intimidad | cuando un corazón se entrega | y el mañana nunca llega | que más puedo hacer.
Nada como ir juntos a la par | y caminos desandar | el honor no lo perdí | es el héroe que hay en mí | nada como ir juntos a la par.
sábado, 28 de enero de 2012
La voluntad de la mirada
Todo está en la mirada. Y más específicamente en la voluntad de la mirada, en aquello que decidimos ver y en lo que obviamos. De hecho, la realidad no es tal hasta que no pasa por nuestros ojos, por nuestra mente, por nuestro corazón, por nuestro ser. Siempre estuvo allí a la espera de captar nuestra atención. Pero una vez que eso ocurre pasa a ser “nuestra” realidad, aquella que selectivamente decidimos ver, aquella que selectivamente decidimos no ver. Es la misma para todos, es distinta para cada uno. El enfoque que hagamos habla de nosotros, de nuestros intereses, de nuestras necesidades, de nuestras ansiedades, de nuestros errores, de nuestros aciertos, de nuestra humanidad, de nuestra historia, de nuestro presente, de lo que queremos ser.
En lo anterior está la esencia de la libertad del hombre, pero también la raíz de muchos males y desencuentros. Para fortalecer lo primero y evitar lo segundo, la cuestión es reconocer las diferentes miradas, saber que la nuestra es una más en el concierto de visiones, aceptar aquellas radicalmente contrarias a la nuestra y construir una mirada en común, resignando y defendiendo. Porque si cada uno se queda con su visión sin tomar el riesgo de cotejarla con la del resto, allí aparece la soberbia, el egoísmo y los extremos irreconciliables. “Mientras nadie se meta con lo mío, para qué yo ir en busca de lo que me une y me diferencia con el resto. Y encima, tengo razón”, es el pensamiento.
Todo está en la mirada. En la mía, en la del otro y en aquella que sepamos y queramos construir.