Cuanto más nos despojamos de nuestro follaje, sí –es cierto-, más indefensos estamos… pero a su vez –y quizás es lo que debería deslumbrarnos- se presenta un momento propicio para ver hacia dónde vamos (porque quedan desnudos nuestros caminos, nuestras bifurcaciones, nuestros enredos)…
Y también es una ocasión casi inmejorable para ver claramente el tronco del que nos gestamos…
La vida tiene sus otoños… ¡aprovechémoslos!
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