lunes, 26 de diciembre de 2011

Las palabras del 2011


Palabras del 2011_1

Evento en Facebook

jueves, 22 de diciembre de 2011

¡Feliz 2012!


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 ESTA IMAGEN ESTÁ HECHA CON TODAS MIS FOTOS TOMADAS DURANTE ESTE AÑO... CADA UNA TIENE UNA PARTECITA DE MÍ... CADA UNA TIENE QUE VER CON LO QUE SOY O LO QUE SUEÑO... Y ME SIRVEN PARA DESEARLES A TODOS UN EXCELENTE 2012!!

sábado, 17 de diciembre de 2011

Atadura o sostén


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En algún momento ocurre: lo que antes ataba, ahora sostiene; lo que antes sostenía, ahora inmoviliza.

Era el límite, aquello que no podíamos traspasar, aquello que cercenaba nuestro espacio y lo restringía. Era la expresión de la existencia minúscula, maniatada, ceñida con nudos infranqueables y con sogas inviolables… pero ahora es lo que permite que no caigamos, que sigamos firmes, que no dejemos de crecer hacia arriba. Cuando ya no quedan más fuerzas vitales propias, los lazos son nuestra garantía –muchas veces la única- de que seguimos ligados a la vida. Podemos descansar en nuestra debilidad para recuperar la esencia: seguimos conectados a nuestra raíz, lo que permite soñar con el momento de liberación, de madurez, de erguimiento autónomo.

Pero también eso que nos sostenía, que nos contenía, que era el elemento trascendente para persistir, para no decaer, para no desfallecer, eso mismo que con robustez y decisión nos hizo de soporte, se convierte en lo que nos ajusta, nos aísla, nos limita, nos estanca, nos asfixia. Y justamente por aquel acostumbramiento de haberlo tenido como sostén, hoy eso nos impide desatar las amarras y liberarnos.

No es sencillo; todo lo contrario. Pero debemos hacer el esfuerzo de descubrir el instante en que esos lazos dejan de ser ataduras para convertirse en amparo, o al revés. Cada instante perdido, en una u otra situación, tiene el mismo efecto: resignar una fracción de vitalidad, y dejar de ser el dueño de nuestra existencia.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Oro


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Sí. Sí existe. Está distribuido por todos lados.

Está en cada lugar, cada persona, cada instante, cada halo de vida, cada decisión, cada desafío, cada paso.

Es accesible, humilde.

Nos hace ricos en la pobreza.

Ilumina.

No es egoísta; es universal.

Sólo hay que querer y saber verlo.

Brilla. Con luz propia. Siempre.

Especialmente reluce en la oscuridad, donde es más fácil identificarlo.

Enemigo de los negros absolutos, los combate.

Enemigo de los blancos absolutos, los tiñe, les da vida.

Limpia. Purifica.

Da. Convierte en tesoro lo que toca.

Es inconfundible.

Y sí. Sí existe.

 

A veces es bueno autodesafiarnos: ¿Seremos capaces de encontrar ese Oro alrededor nuestro?

viernes, 18 de noviembre de 2011

¡Finalistas en los Premios Bitácoras.com 2011!


Premios Bitácoras 2011 - Seleccionado

Quedamos entre los 50 mejores blogs de fotos de Hispanoamérica… ¡todo un orgullo y un honor ser finalistas de los Premios Bitácoras.com!

¡MUCHAS GRACIAS A TODOS POR EL APOYO!

domingo, 30 de octubre de 2011

Un punto fijo… toda la magia


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No se sabe cuál viene primero, pero ambos momentos son maravillosamente inevitables. Casi por arte de magia, se complementan inconscientemente, sin discriminar ni optar. Resulta, siempre resulta. Tarde o temprano ocurren. Y la vida demuestra que ambas son imprescindibles para sobrellevar las angustias, para sobrevivir a las calamidades, pero también para enaltecer las victorias, honrar la belleza, admirar las maravillas. Una instancia es puramente racional; la  otra, totalmente impredecible. Una es estática; la otra es volátil.

Se trata de algo tan sencillo como profundo: mientras más centremos nuestra mirada en los puntos inamovibles de nuestra existencia, aquellos que fueron, son y serán esenciales para la supervivencia, mayor será el espectáculo de vientos coloridos que vestirán y purificarán cada paso. Eso que es fijo, que no puede resignarse, que no puede negociarse, que es parte de nuestro ADN, debe llevarse toda nuestra mirada, para que cuando la giremos, veamos volar la magia a nuestro alrededor, llena de luz y mezclas cromáticas.

¿Cuál es el punto de apoyo que permiten nuestras utopías?

lunes, 10 de octubre de 2011

Dar en el clavo


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Tener un sostén.

Fijar algo en medio de arenas movedizas.

No perder de vista lo esencial.

Tener una última y única esperanza.

Confiar en lo herrumbrado y viejo, justamente por ello.

Aprovechar su paciente experiencia y su humilde sabiduría.

No ver otra cosa.

Enfocarse exclusivamente en un punto.

Hallar lo que rompe la estéril monotonía.

Poner negro sobre blanco.

Encontrar un sentido.

Descubrir el para qué.

Adivinar el por qué.

No cuestionarse el cómo.

Aprovechar el instante.

Rescatar lo fundante de lo sencillo.

Aferrarse a la solitaria certeza.

Entregarse a su profundidad, esa que nos va a sostener.

Arriesgarse. A pesar del panorama.

Saber que el momento no es eterno, pero que es ahora.

Eso, todo eso, es dar en el clavo.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Sólo un barrilete


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Vaya engaño en el que caemos. Nosotros solos.

Subimos.

Creemos que estamos en la cima.

Nos creemos libres.

Admiramos desde arriba.

Subimos más.

Reconocemos la pequeñez desde nuestra grandeza.

Somos dueños del viento. Lo aprovechamos. Lo hacemos carne.

Nada nos detiene.

Subimos más aún.

Las nubes son testigos de nuestro vuelo.

Volamos sin pausa.

Nos admiran desde abajo. Se divierten con nuestra hazaña.

Subimos mucho más aún.

Somos dignos de admiración, de asombro, de contemplación.

Nuestro ascenso es sereno pero firme.

No hay tope.

Subimos tanto que casi alcanzamos el lugar Divino.

Sin embargo, sólo basta con que alguien empiece a recoger el hilo que nos hizo caer en esta ilusión, para volver a ser un simple pedazo de tela y papel, tirado, inmóvil en el piso, sin posibilidad de ni siquiera una leve inclinación.

Nos engañamos solos. Creemos haber alcanzado la cúspide cuando en realidad un hilo y un amo gobiernan nuestras ilusiones. Que se enrollan, se guardan y se archivan a la espera de su voluntad.

En fin, sólo fuimos meros barriletes.

¿Lo seguimos siendo?

sábado, 27 de agosto de 2011

La vida en la palma de la mano


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Dar una mano, extender el brazo, acercar, alejar. Todo termina en ella.

Tiene infinitos caminos. Algunos más nítidos que otros. Todos transitables, todos como opciones, ninguno como único.

Expone huellas de cada ayuda, cada negación, cada encuentro estrecho, cada saludo distante.

Sus arrugas denotan la experiencia; experiencias que dejaron sus marcas.

Las líneas, que se entrecruzan a cada instante, muestran firmeza, bondad, transparencia, descanso.

Contiene esencias de nuestra identidad, de nuestro ser, actual y pasado, que preanuncian lo que podemos ser, lo que no queremos ser, lo que dejamos de ser.

Sostiene, palmea, empuja, frena, alienta, advierte, abraza, moviliza, acaricia, golpea, se rinde, se levanta, invita, destruye, edifica.

Cuando se esconde o se cierra, es signo de escudo, de debilidades, de renuncias; cuando se levanta o se muestra, es signo de presencia, de cambio, de entrega.

Aprende a dar, recibiendo.

Es una de las primeras formas de explorar el mundo.

Necesita y la necesitan, pero su esencia está en lo segundo.

Es siempre igual, es siempre distinta.

Es única.

La vida tiene su metáfora en la palma de nuestra mano.

domingo, 21 de agosto de 2011

Infancia monocromática


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Hoy está tan descolorida que parece normal que sea gris…

Los blancos y los negros la dominan, sin que otro color pueda mezclarse…

Encima, lo oscuro le gana terreno a lo claro…

Todas son iguales, uniformes (¿o sin forma?), apagadas, lúgubres…

Parece que es normal que no tenga color…

…hablo de la infancia, del ser niño,

de aquello que

debería pintarnos y mostrarnos la vida desde la inocencia,

desde la mezcla de colores olvidados.

 

Hoy la niñez perdió mucho de su esencia… sin embargo, debemos aprovechar los vestigios de luz que quedan para revertir esta infancia monocromática.

lunes, 8 de agosto de 2011

La primer muerte de Eros (el Amor renace)


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Yace inmóvil. Solitario. La muerte lo ha acercado peligrosamente a la condición humana. Se trata de su primera muerte, la que ha paradójicamente va a demostrar su poder divino.

La humildad es una de sus particularidades más admiradas. En su esplendor y en su ocaso: la mantiene al ser presa de la muerte. Simples otoños conforman su corona improvisada; la nobleza de la madera contiene la suya.

Ojos entreabiertos. Supuestamente inanimados. ¿Descansando de su misión? ¿Meditando sobre su primera experiencia con la muerte? ¿Despertando? ¿Esperando? ¿Contemplando su final? ¿Recordando su origen en el inicio de su epílogo?

- Diótima (a Sócrates): Siendo hijo, pues, de Poros (la Abundancia) y Penía (la Pobreza), Eros se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es más bien duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la naturaleza de su madre.

Igual que el Amor…

- Diótima (a Sócrates): Pero, por otra parte, de acuerdo a la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y sofista.

Igual que el Amor…

- Fredo: En resumen, pues, yo, por mi parte, afirmo que Eros es, de entre los dioses, el más antiguo, el más venerable y el más eficaz para asistir a los hombres, vivos y muertos, en la adquisición de virtud y felicidad.

Sin embargo, Eros ha muerto. Por primera vez. Y con él ha muerto su fruto, su obsequio, si razón de ser. Ambos eran poderosos, divinos, omnipresentes, audaces, bellos, únicos, sencillos, mágicos, inexplicables… Eran. Ahora quedan reducidos a la simple y lastimosa contemplación mundana.

¿Dónde queda la esperanza? ¿No hay nada más? ¿Eros y el Amor desaparecen? ¿No se transforman? ¿No se repiten? La sabiduría tiene la respuesta que demuestra que la primera muerte de Eros es parte de su condición divina:

- Diótima (a Sócrates): No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre.

Eros renace; y con él su obra.

 

Obra: Iván Vianello / Texto: Pedro Figueroa

Obra conjunta realizada con Iván Vianello –artista plástico- para la Muestra Colectiva “Imagen, poesía y música” – Galería de Arte / Paseo del Buen Pastor / Ciudad de Córdoba / Argentina – Agosto de 2011.

miércoles, 13 de julio de 2011

Puertas que no se abren


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Cuando se presentan frente nuestro, muy pocas veces reparamos en ellas. Más bien nos centramos en lo que hay o habrá detrás, en lo que esconden, en lo que aíslan, en lo que protegen, en lo que prometen.

Son esas puertas herméticamente cerradas, tanto que parece que nunca más volverán a abrirse. Su apariencia, pacientemente inmóvil, hace pensar en que dejaron de ser puertas para convertirse en muros.

Sin embargo, si uno las mira con detenimiento, nota que son bellamente complejas. Intensamente elaboradas. Con guardianes que custodian lo que entra, lo que sale, lo que pasa. Son muy celosas de sí mismas. Y contrario a lo que uno podría pensar, no se interesan tanto en lo que hay delante o detrás. Son ellas las protagonistas, las que deben franquearse.

Cuidadosamente trabajadas, robustas e imponentes, presentan detalles que hacen dudar de su condición: no tienen llaves, ni cerraduras, ni manijas, ni picaportes. Sólo parece que se abrieran con un simple empujón. Aunque –advertimos por si alguien quiere intentarlo- mientras uno más empuje, mayor será la cerrazón de la puerta. Mientras más fuerza hagamos, menor será el éxito de abrirla. Mientras más golpeemos, mayor será la resistencia.

¿Cómo se abren, entonces? La clave está en la misma paciencia que ellas tienen para permanecer. Se abrirán, sí, pero en el tiempo que ellas consideren. Cuando madura la espera, la tranquilidad, la confianza, la esperanza, allí es cuando deciden aflojar sus cerrojos y permitir el traspaso.

Cuando uno deja de pelear contra el tiempo y las circunstancias, allí es cuando las puertas dejan de ser invencibles.

sábado, 18 de junio de 2011

Ser Padres


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Fuertes y serenos. Pacientes y sin pausa. Robustos y sensibles. Imponentes y frágiles.

Con raíces fuertes, que a su vez se alimentan de otras.

Bien plantados en el suelo, firmes, altivos, eternos.

Cobijan, dan sombra. También dejan pasar la luz, permiten, liberan.

Protegen las debilidades de los inviernos y admiran las maravillas de los veranos.

Harán crecer frutos a su alrededor, con fortaleza, sin invasiones.

Tienen la humildad para observar, la grandeza para actuar, la serenidad para esperar.

No sobresalen. Comparten, entregan, reciben.

Sus reflejos cuidan, sus ramas dosifican lo vital: el agua, el aire y el sol.

La trascendencia no está en la altura, sino en la capacidad de ver lo pequeño.

Son complemento.

Necesitan para ser necesarios. Viven dignos para dignificar la vida. De los otros primero.

Temen pero enfrentan. Tiemblan pero no decaen. Resisten las tempestades en nombre del resto.

Conocen su misión: amparar, guiar, sentir orgullo por sus frutos.

La simpleza, la seguridad, la practicidad. Sus tres mejores virtudes. Y defectos.

Sufren y permiten sufrir, sabiendo que en el sufrimiento estará el crecimiento.

Enseñan a enfrentar los dolores justo en el momento en el que se perciben.

Ven la vida con los ojos de la sabia inexperiencia que da la naturaleza: el instinto racional.

Se saben dadores de vida. Siempre con su complemento. No desde un principio, a veces algo tarde.

 

Todo esto es ser Padre. Así, tan maravilloso como desafiante.

sábado, 4 de junio de 2011

Veletas inanimadas


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Somos veletas inanimadas. ¡Vaya contradicción! Vamos para donde va el viento, sin resistencia ni trabas; y al mismo tiempo inmutables esperamos la nueva ráfaga que nos hará cambiar de dirección.

En ese proceso nunca nos preguntamos nada, nunca cuestionamos, nunca dudamos, siempre obedecemos.

Como simples títeres del tiempo y de sus inclemencias, vamos girando para no contradecir las órdenes que vienen de un huracán o de una leve brisa. No importa el origen ni la intensidad, la cuestión es siempre dejarse dirigir sin más expectativas que la espera de la próxima ventisca.

Somos totalmente funcionales a las necesidades de otros, y por si fuera poco apuntamos al resto hacia esa dirección, buscando arrastrar al resto hacia la misma volatilidad y anulación de sus decisiones.

Sí, tenemos bien marcados los puntos cardinales, nos ubicamos perfectamente, no nos desorientamos, pero a la hora de aprovechar estas ventajas las dejamos de lado porque una nueva corriente de aire nos cambió el rumbo.

Nuestro Norte nunca es el mismo; ni siquiera es nuestro.

Estamos en la cima de todo, sí, pero eso no nos permite ver que justamente estamos allí para ser manejados por los vientos, que son los verdaderos dueños de nuestro destino.

Giramos sobre nuestro propio eje, creyendo que así ya tenemos distintas visiones de la vida, a la que vemos desde arriba y siempre desde la misma posición. Porque además de a la deriva, estamos anclados.

Siluetas anónimas sin poder de decisión sobre nosotros mismos. Eso somos. Y allí siempre hay alguien para ocupar la dirección de nuestra vida. El viento sigue soplando y nosotros seguimos dando vueltas hasta que un nuevo halo nos dirija hacia otra dirección.

miércoles, 25 de mayo de 2011

La vida es un juego


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Hay que tomar riesgos.

Hay instantes que no podemos manejar.

No todo depende de nosotros.

El azar hace su parte, pero requiere de nuestra decisión.

Hace falta un poco de valentía, de riesgo.

Es un riesgo a veces ciego, a veces mínimo, a veces confiado, a veces esperanzado.

Debemos completar todas las fichas.

Cada ficha es única; cada instante es único; cada turno es único.

La derrota es una alternativa tan cierta como la victoria.

De ambas aprendemos.

Completar los casilleros en nuestra misión, pero cada uno tiene un tablero distinto.

El orden lo determina el tiempo; el ritmo lo imponemos nosotros.

Al inicio parece una eternidad; el final se acelera la impaciencia.

Se comparte.

El mayor logro es compartir. Igual que transitar.

El tablero vacío es signo de utopías; lleno, es símbolo de etapas cumplidas.

Siempre hay un casillero difícil, rebelde, ausente, negado.

Pero lo importante es ver el camino recorrido, y no lo que falta.

Algunas veces termina antes de tiempo; otras pateamos o nos patean el tablero.

Pero, a pesar de todo, seguimos.

Porque… LA VIDA ES UN JUEGO QUE MERECE SER JUGADO.

domingo, 1 de mayo de 2011

¿Será así?


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Sí, los límites se van abriendo y las hendijas son cada vez más grandes. Los espacios diminutos por los que espiábamos la libertad se van agrandando y ya la divisamos en el horizonte. Aquello que tanto anhelábamos está bien en frente de nuestros ojos. La visión nos permite distinguir los colores; las formas aún no. Está todo predispuesto para que la liberación sea total: el encuentro con los sueños es casi una realidad…

Sin embargo, por esas cosas inentendibles de la esencia humana, y quizás por haber pasado tanto tiempo en penumbras, todas nuestras energías y ansiedades están puestas en esos bordes irregulares que nos recortan el amanecer de nuestra vida, y no en el mismo inicio del día que se asoma.

Paradójicamente, mientras más nítidos son nuestros límites, más borrosos son nuestros sueños; mientras más perdurables son nuestros márgenes, más efímera es la posibilidad de concretarlos. De esos oscuros marcos conocemos cada detalle, pero mientras más nos centramos en ellos, menos es el tiempo que tenemos para ser libres.

Deseamos eternamente con un nuevo día; ahora que está enfrente, corremos el serio riesgo de dejarlo pasar… ¿será así?

sábado, 23 de abril de 2011

Ser santos


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Santo: Dícese de la persona de especial virtud y ejemplo.

Creer, pero no ser incrédulo.

Confiar en los milagros, pero descartar lo mágico.

Trascender, pero con los pies en el barro.

Anunciar, pero lo que se vive.

Aborrecer la incoherencia, no practicarla.

Condenar las aberraciones, no esconderlas.

Actuar por conciencia, no obedecer ciegamente.

Estar seguros, pero sin descartar las dudas.

Confiar en los cuestionamientos, y buscar respuestas.

No explicar con excusas ni frases hechas; no conformarse con ellas.

Desconfiar de la autoridad, y más si tiene poder.

No buscar el poder, sino combatirlo.

Cuestionar los dogmas, para afianzar la creencia.

No dar nada por supuesto.

Ser como niños: transparentes y alegres.

No delegar, sino ponerse primero.

No sacar rédito, sino ser el último.

No desentenderse, sino atender.

No parecer, sino ser.

No escudarse en un uniforme.

No aferrarse a un mármol, a un color o a un papel.

Combatir las injusticias; no ser parte de ellas.

Luchar contra la muerte, siempre.

Ser testimonio, pero no ficticio ni efímero.

Que “pueden ir en paz” sea el comienzo, no el fin.

Ser autoridad, pero no autoritario.

No pararse en un pedestal.

Engrandecer la dignidad humana.

No ser mercader de las creencias.

No condicionar ni excluir.

No creerse el dueño, nunca.

No acallar, aquietar, apagar.

Buscar la revolución a diario.

Que la causa de la lucha sea el otro, pero en serio.

Evitar los excesos: de oro, de mármol, de poder.

Pedir perdón en directa proporción a las responsabilidades.

Mirar al cielo, pero más a los ojos del otro.

Entrar a un templo, pero más al corazón del otro.

No escudarse en: “Somos hombres imperfectos…”

No aconsejar sobre lo que no se conoce.

Conocer al que se aconseja.

No perder el tiempo.

No privilegiar la forma por sobre lo esencial.

No ser parte de un bando; ser parte de la existencia humana.

Son todos ingredientes necesarios -pero no suficientes- para ser santos.

domingo, 17 de abril de 2011

Paisaje gris


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Quietud. Serenidad. Tranquilidad. Mansedumbre. El fin. El comienzo. La espera. Incertidumbre. Certezas a tientas. Esperanzas. Apegos. Desprendimientos. Luces. Sombras. Tinieblas. Iluminados. Apagados. Donde todo se une. Donde todo tiene sentido. Donde todo ocurre. Desde donde todo nace. Soledad. Necesaria soledad. Inquietante ausencia de ruidos. Por la costumbre de escucharlos. Desconcertante ausencia de colores. Por la necesidad de contemplarlos. Límites difusos. Cortes que se confunden. Agua de vida. Aire de descanso. Ambos vitales. Ambos únicos. Ocasos. Albas. Temores. Deseos. Pérdidas. Posibilidades. Neutralidad. Indecisión. Alegrías. Penas. El bien. El mal. Acogedora frialdad. Metálica calidez. Brillantez…

A veces, los paisajes grises de nuestra vida pueden decirnos mucho. Lo importante es enfrentarlos y apropiarse de sus detalles.

jueves, 7 de abril de 2011

La ramita


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Sólo aquel que lo experimentó algunas vez, lo cree y lo sabe: Siempre, pero siempre, existe aquella ramita que logra sostenernos en medio de las más grises y oscuras tempestades. Siempre aparece en medio de la nada más absoluta. Es la única. Solitaria, resiste para ayudar. Es frágil, anónima, insulsa, diminuta, desnuda, pero igualmente cumple su salvador rol de sostener, elevar, aislar, proteger, cobijar. Sólo se divisa su sombra, que a medida que se extiende se va haciendo más débil aún, más finita, menos resistente. Sin embargo, si decidimos correr el riesgo de llegar hasta la punta, si asumimos la confianza plena que implica morar en ese frágil extremo, habremos ayuda a nuestro destino de salvación. Porque desde allí, desde lo alto, siendo más vulnerables que nunca –por la endeblez de la rama y por nuestra pequeñez ante la tormenta-, podremos volver a ver tierra firme, lugares seguros, primaveras eternas, manantiales de vida. Podremos volver a volar. Y una vez que nos marchemos, la ramita quedará allí, para volver a rescatar a otro que no dude en que siempre, pero siempre, estará para sostenerlo en medio de las más grises y oscuras tempestades.

lunes, 21 de marzo de 2011

Los otoños permanentes


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No es sólo una cuestión del calendario. Todo el tiempo y en toda estación convivimos con otoños permanentes. Se trata de aquellos a quienes algo o alguien los despojó de sus pertenencias, de sus abrigos, de su identidad, de su frutos. Son los que fueron vaciados de cuerpo y alma. Sus hojas se cayeron para siempre. No tienen posibilidad de renovarse… muchos menos de florecer. La carencia es su sello con el que fueron marcados a fuego. Fueron y son plantados en lugares donde menos molesten, incomoden, protesten… donde menos se note. Y si si llegan a mezclar con aquellos que tienen todo, inclusive todo lo que no es de ellos, solamente es para marcar aún más la diferencia, los extremos, las brechas, las rupturas, lo mucho de uno y la nada del otro. Conviven, aunque nunca para encontrarse, sólo para ignorarse.

Estamos al lado de los otoños permanentes. Pero como los contrastes son tan evidentes, generalmente miramos para otro lado o construimos muros (visibles o no) que fortalecen los aislamientos. Y es muy raro que nos demos cuenta que, al fin y al cabo, ambos compartimos el mismo suelo y tenemos raíces muy cercanas.

sábado, 19 de marzo de 2011

Invitación a Muestra Foto + Grafía (Paseo del Buen Pastor)


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¡MUCHAS GRACIAS A TODOS LOS QUE HICIERON REALIDAD ESTE BLOG!

¡SIN USTEDES NO HUBIERA SIDO POSIBLE ESTA MUESTRA!

lunes, 7 de marzo de 2011

Como una perla


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Únicas.

Bellas.

Llamativas.

Brillantes.

Interesantes.

Enigmáticas.

Suaves.

Nunca desapercibidas.

Con un tesoro en su interior.

Con mucho para descubrir.

Siempre iguales.

Siempre diferentes.

Con magia.

Con la capacidad de renovar.

De alegrar.

De hacer caer una lágrima.

De ver la vida con otros ojos.

Aliadas a la Naturaleza.

Siempre vivas.

Dan vida.

Fortalecen la vida.

Fuertes.

Honran la vida.

Casi indestructibles.

Necesitan de otro.

Son necesarias para el otro.

La intrascendencia es su peor enemigo.

Sufren radiantes.

Irradian belleza al sufrimiento.

 

…como una perla… así es la Mujer.

sábado, 26 de febrero de 2011

Por más que…


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Por más que su brillo no caduque ni se deteriore.

Por más que siga cumpliendo su función a la perfección.

Por más que siga brillando con luz propia.

Por más que siga dando luz para que otros brillen.

Por más que marque el ritmo del día, y del resto.

Por más que renazca incansablemente en cada nuevo amanecer.

Por más que sea siempre el mismo.

Por más que a veces pase desapercibido.

Por más que a veces sea el protagonista exclusivo.

Por más que de él dependa todo el resto que lo rodea.

Por más que de vida.

Por más que lo negro lo transforme en luz.

Por más que ayude a crecer.

Por más que se imponga.

Por más que sea el rey del universo.

Por más que…

…hasta los más iluminados necesitan alguna vez un sostén.

jueves, 10 de febrero de 2011

El techo de los sueños


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El recorrido no es simple. La complejidad se hace mayor a medida que vamos subiendo. Los sueños, el esfuerzo y la perseverancia buscan flaquear… las tres al mismo tiempo. Sin embargo, convencidos, seguimos. Buscamos la trascendencia, no la gloria efímera ni la fama fugaz. El objetivo final merece semejante hazaña, esa que nos mantiene vivos. Pero, mientras tanto, también nos humaniza el camino mismo, cada escalón, cada barrera, cada retroceso, cada avance, cada paso… Y cuando por fin llegamos a nuestro techo, confirmando la materialidad de los deseos profundos, ahí es cuando suelen aparecer aquellos momentos que nos deslumbran. Y nos sentamos en el tejado a admirarlos… y el techo deja de serlo, y pasa a ser nuestro suelo.

viernes, 4 de febrero de 2011

Cuando todo se altera…


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Estamos solos, en el medio de un espectáculo dantesco. Somos privilegiados testigos de transformaciones, de cambios, de renovaciones. Tenemos la dicha de admirar aquello que acontece, inédito, encima nuestro. Sobre ello no tenemos poder, sólo podemos observarlo. Atónitos vemos que los claros se vuelven oscuros, las ligerezas se hacen más densas, los celestes inocentes se trastocan y aparecen los azules imponentes. Los amarillos y los blancos se dejan vencer por la luz que los enceguece. Arriba, aquellas nubes ya no lo son, y se parecen más a espesos algodones a punto de desprenderse del cielo… Todo es fascinante.

No sabemos exactamente qué pasa. Todo se altera, se reforma, se renueva.

Como somos simples observadores, sólo nos resta mantener la esperanza de que los cambios sean el comienzo y no el fin, el despertar y no el ocaso, el preámbulo y no el cierre, lo mejor y no lo peor, la vida y no la muerte.

lunes, 31 de enero de 2011

Aún en la más absoluta oscuridad…


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En medio de la más absoluta oscuridad, aquella que no sólo aterra sino que inmoviliza y desconcierta, siempre hay una salida. Suele ser simple, identificable a primera vista, bien iluminada, segura. Pero lo realmente complicado es encontrarla, encaminar el rumbo hacia esa tranquilizadora salvación… porque estamos en la nada misma, en donde todo es igual, nada tiene matices, no hay grises, no hay medias tintas, no hay…

Estamos en la negritud extrema, tanteando, con los sentidos de la vista y de la orientación anulados, esperando, pasivamente expectantes… pero eso no nos prohíbe seguir siendo humanos esperanzados en hallar aquella salida. Sabemos que existe, pero la oscuridad también. Y ella (la noche eterna) se obstinará para que sigamos siendo sus prisioneros, para seguir esclavizando nuestra existencia.

¿Dónde está ese lugar de escape?… Puede ser en cualquier dirección… El desafío es encontrarlo y salir lo menos heridos posibles de esta odisea.

Pero hay un detalle que no es menor: así como cada tiniebla es única y propia, así tampoco hay dos salidas iguales. No hay recetas ni mapas prefijados. Cada uno como ser irrepetible debe desandar su personalísimo camino que lo llevará fuera de la oscuridad.

¿Cuánto tiempo lleva encontrarlo?… No se sabe, pero cuando se está fuera, todas aquellas aterradoras experiencias se minimizan ante la magnificencia de la puerta que hallamos.

miércoles, 26 de enero de 2011

Firmes y buscando el sol


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Y sí. Cuando nos paramos y nos ponemos de frente, a algo o alguien le damos la espalda. Cuando elegimos mirar hacia un lado (dentro de los infinitos posibles), dentro de esa elección está implícita la renuncia. Optar es renunciar. Renuncia que puede provocar temores y ansiedades por el hecho de abandonar lo seguro. Además el riesgo de que no se comprenda, es muy alto. Y allí reside el desafío. Seguir apuntando, a pesar de todo y de todos, hacia el sol que cada uno eligió como manantial del que se alimenta, al que se dirige, el que le da sentido a cada paso, el que mantiene el sueño encendido. Ese sueño único y tan propio como la sangre. Porque hay que tener sangre en las venas para perseguir un sueño. Estar vivo. Estar bien plantado en nuestro lugar. Firmes. Pero con la flexibilidad necesaria como para acomodarse a los cambios, a los vientos, a las amenazas, a los días nublados, a las noches. Teniendo como premisa excluyente buscar siempre el sol. Y cerrando nuestros pétalos cuando deben servir de protección.

Nuestro centro apunta a la luz. Por ello dejaremos detrás aquello que no nos permite crecer, incluyendo la oscuridad misma. Y lo haremos a pesar de las heridas que nos quedaron del camino transitado, esos pétalos que aún muestran las huellas de la última tormenta.

jueves, 20 de enero de 2011

Dejemos las ojotas en la costa


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Nuestros pies son los que nos mueven, los que nos paran, los que nos mantienen en el camino, los que nos guían, los que nos llevan, los que nos traen, los que nos advierten, los que nos conectan con la tierra y la Tierra.

Sin embargo, son pocas las veces en las que están desnudos, vírgenes, inalterados. Los cubrimos de cuero, plástico o tela, con varias capas que lo aíslan (sí, lo protege, pero también lo aísla), y con suelas que los alejan de la textura natural del suelo.

Los pies acusan nuestros pasos, nuestros tiempos y nuestras prioridades. No es lo mismo calzarlos con un entramado de cuerdas y materiales muy difíciles de desatar, que posarlos y cubrirlos tímidamente con elementos que se despojan sencillamente. También nos delatan nuestros miedos y nuestras seguridades.

(Muchos de los placeres se hacen con los pies descalzos)

(¿Notaron la urgencia vital de un niño de sacarse su calzado?… Necesitan no perder el gusto de la tierra en sus pies… Necesitan ser libres….)

Es tiempo de dejar los pies desnudos, de redescubrir el sabor original del suelo, de sacarnos aquello que nos aísla de la tierra y de la Tierra.

Entonces, ¡dejemos las ojotas en la costa! ¡Pisemos la arena y recorramos el agua! ¡Entremos descalzos al placer del descanso!

miércoles, 5 de enero de 2011

Al costado del camino


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La única manera de descubrir es caminando. Ponerse en marcha, cambiar de aire, transitar nuevos senderos. Se trata de seguir huellas o crear nuevas. Siempre abiertos a la sorpresa, a deslumbrarnos.

No siempre encontramos lo que deseamos; a veces es inmensamente mejor; otras, temerosamente peor. Pero, al asumir el desafío de caminar, le estamos dando permiso a la novedad para que aparezca… obvia y naturalmente de imprevisto.

Lo central así deja de ser el camino. El protagonista empieza a ser eso que nuestros sentidos acaban de descubrir.

No hay que temer: es distinto, nuevo, único, extrañamente cercano, bello, humildemente imponente, original hasta el detalle, solitariamente seguro, digno de admiración, digno.

Su trascendencia está guardada sólo para aquellos que, habiendo decidido caminar, deciden olvidarse del camino, abstraerse de los detalles insignificantes que lo rodean y enfocarse únicamente en él.

Una vez que lo dejamos atrás tiene otra característica, además de quedar inevitablemente en el recuerdo: transforma las entrañas de aquel que se animó a descubrirlo. Él quedará allí, al costado del sendero, esperando el momento en el que otros hagan lo mismo.

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