domingo, 18 de julio de 2010

Un amarillo para contemplar


Existen esos momentos –y si no existen deberían inventarse- en lo que esos lugares comunes a los que estamos tan habituados, se transforman, cambian, mutan hacia otras alternativas, se revisten de otro color… 

 

Y entonces todo el cielo pueden volverse amarillo.

 

La primera impresión es de sorpresa; la segunda, de admiración; y una tercera (que no siempre ocurre, a diferencia de las anteriores, pero que si sucede debe ser indefectiblemente después), es de contemplación…

 

…no sólo de ese paisaje único, sino esencialmente de nuestra vida.

 

¿Podemos transitar por la vida sin descubrir estos magníficos cambios de color? Sí… pero si así ocurre, habremos perdido muchas oportunidades de enriquecer nuestra existencia… 

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