jueves, 26 de agosto de 2010

Instantes Salvadores de la Existencia


Hoy, en medio de un mundo que gira cada vez más acelerado, y mientras mucho de lo que sucede tiende a deshumanizarnos, a asimilarnos a máquinas, objetos, cosas, materias, esencias, ideas, preconceptos, estigmas… necesitamos tener lo que se podrían llamar “instantes salvadores de la existencia”.

 

¿Quién pudiera tener esa silla allá en lo alto y apuntando a la Luna, para simplemente sentarse a contemplar?

 

Se trata de lapsos de tiempo (desde segundos hasta días) en los que nos sentimos los únicos seres sobre este planeta –y realmente nos convencemos de ello-. En las calles o en las plazas, adentro o afuera de paredes, en el auto o caminando, acompañados o en solitario, en el trabajo o en el sofá, a la mañana o a la noche… en cualquier momento y circunstancias permanecemos aislamos del mundo (o aislamos nuestro mundo del resto) como mecanismo de supervivencia necesario, indispensable, vital.

 

- Dejalo, está en su mundo…

 

Porque en determinadas situaciones extremas, en las que nuestra propia esencia (y hasta nuestra vida) está en peligro, es natural y casi por instinto que nos bajemos del ritmo impuesto –por otros y por nosotros-, y que nos abstraigamos de lo que nos rodea.

 

Me colgué. Me tildé. Me fui. (…) No estoy. Quedé mudo. No soy.

 

Todos necesitamos tener estas sensaciones, que luego se convierten en certezas, y que luego se transforman en realidades. No se trata de evadir; mucho menos de eludir lo que nos toca; tampoco de postergar lo que requiere de nuestras acciones o de desligarse de los otros… se trata de encontrar un “instante salvador de la existencia” que nos permita encontrarnos con nosotros mismos y que nos aporte algo de claridad para volver, renovados, a enfrentar la vida…

…con ello nos habremos garantizado que seguimos siendo verdaderamente humanos.

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