jueves, 5 de agosto de 2010

Pausa


De repente caí en la cuenta de que ya no manejaba la velocidad de mis acciones, de que estaba siendo arrastrado por una (cada vez más fuerte) corriente… en su interior, mientras uno está inmerso, las ráfagas parecen quietas, los tornados se presentan como normales y la inmediatez se camufla en algo inevitable… allá vamos, a una rapidez que nos impide pensar mínimamente: no hay tiempo.

¡Seguro que uno quiere aminorar la marcha!… pero la cuestión está en darse cuenta de ello… porque en general (como siempre) es más cómodo dejarse llevar que luchar contra esa corriente… ¿nos traslada a algún lugar?, sí, pero inmediatamente nos empuja hacia otro espacio, y luego a otro, y a otro, y a otro…

Así, de repente, cuando caí en la cuenta de que ya no manejaba la velocidad de mis acciones, busqué y pude divisar en medio del vértigo una frágil rama que sostuvo mi acelerada carrera… frené y vi a mi alrededor que todo lo demás seguía al mismo ritmo… estaba desconcertado al principio (y claro: no estaba acostumbrado a la calma) y hasta atiné a subirme de nuevo a la corriente. Sin embargo, frente a mí, allá a lo lejos, en un horizonte difuso por la misma velocidad del mundo, pude descubrir un anaranjado atardecer… un ocaso que me hizo recordar que hasta la misma naturaleza debe respetar tiempos, momentos y ritmos… y lo contemplé… y disfruté de mi anónima y reparadora pausa.

0 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...