sábado, 28 de agosto de 2010

La leyenda de Clara (o el poder de lo pequeño)


DSC09617 [640x480]

Cuenta la leyenda que, imperceptible y sin demasiados preámbulos, un día se asentó en medio de la espesura que formaban las oscuras, anónimas y tenebrosas extensiones de La Penumbra. Ésta era una especie de bestia que iba mutando a medida que las circunstancias la amenazaban. Su mayor enemigo era todo aquello que pusiera en riesgo su eterna negrura. La Penumbra estaba acostumbrada a grandes adversarios: Febo, el más temido, aunque sólo de día; Luna, con muchas caras cambiantes; y Los Cuerpos Celestes, que juntos formaban un ejército potencialmente imposible de vencer. Todos habían intentado combatirla, pero nunca ninguno había tenido éxito.

Por eso, la audacia de aquella pequeña luz, de Clara –ese era su nombre- y su osadía al posarse donde supuestamente nadie podía, pasó desapercibida a los ojos vigilantes y ocultos de La Penumbra. Ella esperaba a los inmensos contrincantes, pero nunca a esta insignificante luminosidad.

La misión de Clara era una sola y muy concreta: comenzar a revertir aquella masa impenetrable, aquella urdimbre de brazos hechos de sombras que provocaban una oscuridad absoluta e infranqueable. Su diminuta apariencia le permitió acercarse a una de las extensiones y allí posarse… La tarea estaba cumplida: La penumbra dejó de serlo a partir de este punto luminoso que cambió el paisaje para siempre… y aquellos grandes adversarios compartían, satisfechos, el éxito de la misión, congratulando a Clara. A su vez, ella también les agradeció a todos: la clave del triunfo estaba en que cada uno le había dado un poquito de su luz.

Los grandes amos luminosos del Universo, imponentes y magníficos, habían tenido que aunar fuerzas, dejar de lado su imponencia y resignar humildemente La Batalla, para que Clara, con la valentía que le daba su tamaño diminuto, pudiera vencer a La Penumbra.

 

Muchas veces en la pequeñez de las cosas está la posibilidad de ganar las luchas que parecen imposibles. Más chances tenemos cuando ponemos nuestra humildad, delegamos lo que no podemos hacer y juntamos fortalezas. Y si además permitimos que alguien en apariencia insignificante se lleve los mayores réditos, no sólo habremos vencido, sino que también habremos crecido.

0 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...