martes, 28 de septiembre de 2010

Nuestros propios enemigos


Así como tenemos la capacidad de encontrar la salida cuando en apariencia no existe, así como mutamos nuestra humanidad toda ante las adversidades más extremas, así como seguimos de pie a pesar de las incertidumbres más espesas, así como no nos amilanamos aunque se nos presenten barreras infranqueables a primera vista, así como hacemos de la valentía nuestra actitud de base, así como sin más armaduras que la propia decisión nos lanzamos a experiencias peligrosas, inéditas e inexploradas, así como permanecemos estoicamente inmutables ante los vientos más huracanados, las tempestades más intensas, las inclemencias más avasallantes, así como estamos fortalecidos en el andar diario, así como…

…de la misma forma, casi sin querer, de repente, sin aviso, se presenta frente a nuestros ojos lo que parece ser la bestia más temible. Y la combatimos. La peleamos. Con aquella fuerza casi inexplicable. Con decisión y valentía extrema. Con el coraje de saber que puede ser nuestra última batalla. O que podemos salir muy heridos. Pero sin embargo vamos al frente. Gastamos todas nuestras energías. Y todo lo demás. Y nos entregamos contemplando sólo una meta: la victoria. Y el enfrentamiento dura mucho tiempo, tanto que ya perdimos la cuenta…

...Pero en un claro de la guerra, en un tiempo descanso, en el breve remanso de la batalla, ahí es cuando nos damos cuenta que aquel monstruo contra el que estamos dejando nuestra existencia, aquella bestia con poderes nunca antes conocidos… sólo es una invención nuestra, que no existe, que es sólo un pedazo de roca inmóvil e indefenso…

…Así como logramos salir de las peores oscuridades, de la misma forma muchas veces nosotros mismos nos creamos nuestros propios enemigos… y en la pelea inútil, estéril, se nos va la vida…

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